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Derramando amor entre jóvenes transgresores

Por: Ivelisse Agostini
 
 

Entre las Obras de Misericordia, “Socorrer a los Presos”, es probablemente una de las que más trabajo puede darnos practicar. prisionero preso tras las rejas (2)Lo anterior, no sólo porque las mismas instituciones disponen de unas reglas y/o procedimientos establecidos para mantener unas garantías para esta población, sino porque pocos responden a este “llamado”. Tal vez por ello, pensamos que es una de las más valiosas obras y una de las que más deben gustar al Padre.

En nuestra búsqueda por llevar el mensaje sobre esta obra, encontramos a Beatriz Yanes, madre devota y cristiana, que recuerda como desde muy pequeña su abuelita la llevaba a visitar al Santísimo cada semana: “Allí aprendí que se puede estar frente al Señor en silencio y orar con tranquilidad, sin interrupciones”. Su formación fue en un colegio católico y en una familia donde la misa dominical era parte de la vida, para luego salir de paseo, en familia.

Beatriz nos cuenta que su trayectoria de servicio cristiano comenzó como catequista a raíz de que sus hijos entraran a la universidad. Su encuentro real con Jesús ocurre en un grupo dedicado a la Nueva Evangelización, “donde de forma madura, pude enfrentarme a mi Fe; una experiencia necesaria para mi nuevo comienzo; lo hice mi Señor y mi Salvador y decidí que era El quien guiaría mi vida, ayudando a esparcir su Reino”.

Desde ese nuevo comienzo, Beatriz ha sentido particular apego a trabajar con los jóvenes, Biblia y Rosario“porque trabajar con los niños y sus padres, es una experiencia enriquecedora”. Un buen día, Doña Trina Rivera de Ríos, una gran activista que dedicó su vida a defender los derechos de los confinados, visitó la Iglesia en la cual Beatriz servía como catequista, para hablar sobre las necesidades de estos. En esa misma ocasión conoció al “ángel” que le orientó para ponerse en contacto con quienes coordinan esa labor social en la Iglesia Católica y el Sistema de Corrección.

Han pasado nueve años desde que esta psicóloga visita las Instituciones Juveniles y hoy nos cuenta en qué consiste su apostolado y lo mucho que ha aprendido de los jóvenes a quienes siempre quiso servir y de quienes nos dice es mucho lo que aprende.

“Aunque pertenezco a la parroquia San Francisco de Asís, en el Viejo San Juan y sirvo a esta comunidad a través de diferentes ministerios, mi visita semanal a Instituciones Juveniles es lo que más me llena”. Beatriz comparte con nosotros que allí es donde jóvenes transgresores cumplen medidas disciplinarias que impone un juez por sus faltas. Niños y niñas de 13 hasta 20 años, que podrían ser nuestros hijos, con la única diferencia que no han tenido las oportunidades que nosotros como padres facilitamos a los nuestros y a los que la sociedad no ayuda y sólo ve como problemas.

Beatriz nos cuenta que para visitar las Instituciones “Pertenezco a la Pastoral Penitenciaria Católica, soy voluntaria de la Capellanía. El presidente es Monseñor Eusebio, Obispo de la diócesis Fajardo-Humacao y el director es el padre Oscar Granados del Valle”. La coordinadora católica en Corrección es la Sra. Ana Evelyn González. “Nosotros visitamos a los recluidos martes y miércoles, días asignados a los católicos.  Es una pastoral interdenominacional, Cristocéntrica, donde llevamos a los jóvenes la presencia de un Dios de Amor y de Misericordia, a través de la Palabra”, describe Beatriz.

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A preguntas sobre lo que tienen que hacer personas interesadas en hacer esta obra de misericordia, nos dice: “Para entrar hay que llenar un formulario de Corrección porque la pastoral  está bajo la orden del Departamento de Corrección. Hay que tener más de 18 años y debes pertenecer y estar activo/a en una parroquia, pues uno de los requisitos es la hoja de referido del sacerdote de dicha parroquia. No hay que ser un erudito, ni tener grados (si los tienes, bienvenido). Lo importante es el compromiso y que puedas ver en ese hermano/a recluido, el rostro de Cristo. Se necesita tomar un adiestramiento de Corrección y uno de la Pastoral. De otra parte, siempre deben dar la capellanía dos o más personas, nunca solos”.

Estamos conscientes de que para poder llevar a cabo esta obra se presentan retos y Beatriz nos dice que el mayor es “entender que esta es una obra del Señor, no mía; que su amor es el que rompe las barreras y nos moldea para ser el instrumento que se necesita. Dios es quien nos capacita para este propósito”.  De otra parte, lo que más le resulta impactante es “encontrar niños y jóvenes en desesperanza”.

Para estos voluntarios el tiempo que dedican a derramar amor sobre estos jóvenes es recompensado cuando “vemos que estos van cambiando poco a poco sus actitudes antes la presencia de los capellanes, como ellos nos dicen, y llegan a comentar que el tiempo de capellanía, es para ellos, un tiempo de paz”.

Beatriz nos dice que se necesitan voluntarios ya que, lamentablemente, son pocos los que quieren comprometerse a un ministerio que aparenta ser difícil y, sin embargo, está lleno de enseñanzas. Reconoce que la variedad de talentos que existe entre todos provee para que cada voluntario sea importante y necesario y reclama que “se necesita la presencia de cristianos católicos en las instituciones y cárceles del país”.

Para Beatriz, la herramienta más efectiva para llegar a impactar la vida de estos jóvenes es “demostrarles que te importa ese ser que está frente a ti, que no te rajas y sigues intentando ayudar, que puedes entenderlo y no juzgarlo”.

Para quienes sientan que pueden ayudar en este ministerio, Beatriz les invita a que se den la oportunidad y les advierte que sin duda, Jesús les capacitará. Comenta que estas decisiones se ponen en oración, el arma más poderosa de la que gozan los que trabajan en este apostolado, “porque debemos estar conectados con el Señor, que nos ayuda y dirige”.

Consciente de que a veces seres buenos y útiles se alejan de la Iglesia, Beatriz les recuerda: “Si te has ido de la iglesia por lo que sea, no te desanimes, el Señor es misericordioso, sus brazos siempre están abiertos para recibirte cuando tu decidas volver.  En la Biblia hay muchos ejemplos de esta acogida, pero la del padre amoroso y compasivo de la parábola del Hijo Pródigo (Lucas 15) es un ejemplo de que un padre siempre abre los brazos al hijo/a que vuelve arrepentido a su casa…”

Para dar ese paso, Beatriz sugiere: “Entra, como hice yo, a un grupo de nueva evangelización o a una casa de oración, donde hagas comunidad, donde madure tu Fe, como ha madurado tu cuerpo y tu vida. Va a ser una experiencia única. No te vas arrepentir. Ten ese encuentro personal con Jesús, hazlo tu Señor y Salvador, permite que el Espíritu Santo te guíe a través de este Nuevo camino y vívelo en una comunidad de hermanos/as”.

Además, Beatriz confirma que la ayuda humanitaria, es uno de las grandes satisfacciones (“placeres”) de la vida cuando nos dice: “La labor voluntaria hace que el corazón de uno palpite aceleradamente cuando sabemos lo qué está pasando con nuestros jóvenes. Nos alegramos que están echando “pa’lante”, que no se han buscado más problemas, que están en los caminos del Señor.  Como nuestros hijos/as, queremos que todo les vaya bien.  Pero también sufrimos cuando vemos que alguno se estanca. Por todo esto damos gracias a Dios cada día, por el privilegio de servirle con los más pequeños y necesitados”.

Los interesados en unirse a algún ministerio semejante al que sirve Beatriz, pueden hacerlo a través de Corrección, con la Sra. Ana Evelyn González (787)273-6464 en Capellanía Católica (martes-jueves) o a una de las voluntarias al (787)636-4637.


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