Urgente alimentar y cuidar el espíritu
editorial@placerespr.comEl ser humano es la suma de cuerpo, mente y espíritu. De ello surge que el arte de vivir conlleve nutrir sabia y responsablemente esos tres componentes, máxime cuando se viven tiempos complicados como los actuales. Si bien es cierto que el que más o el que menos cuida de su cuerpo, también lo es el hecho de que no se valora el efecto que tienen la salud mental y espiritual y cómo ambas deben considerarse una parte integral que incide en todo lo que sucede en nuestra vida.
Según procuramos alimentarnos adecuadamente para evitar el mal funcionamiento de nuestro cuerpo, debemos alimentar nuestra mente para así satisfacer las necesidades o demandas que surgen en lo íntimo de nuestro ser. Los objetivos, metas y propósitos son los que dan sentido a nuestra existencia, para lograr plenitud y bienestar y, por ello, es indispensable que tengamos un plan con ellos en consideración.
Un aspecto de nuestra vida espiritual, sin duda está relacionado con nuestra formación religiosa. El hombre tiene una necesidad ineludible de satisfacer su continua búsqueda interior. Necesita creer en algo que va más allá del aspecto humano. La vida misma nos lleva a comprender que algo superior y/o completamente ilimitado rige nuestro universo.
Nuestra familia, durante un largo periodo de la vida, ha logrado infundir en nosotros algunos principios religiosos. Sin embargo, en algún punto de nuestra existencia aspiramos a lograr nuestra independencia y establecer nuestros propios conceptos de vida. Entre ellos se encuentra nuestra filosofía espiritual.
Nuestra búsqueda nos llevará a nuevas respuestas para antiguas inquietudes. Finalmente y, teniendo en cuenta nuestras convicciones, podemos identificarnos con alguna alternativa existente. Una opción que nos ayude a vivir con Fe y Esperanza, convirtiéndonos en seres positivos, capaces de depositar nuestras penas y ansiedades en ese Ser que nos puede guiar. De igual forma, una alternativa que nos haga promover valores morales, familiares y de solidaridad con nuestros semejantes. Ello nos llevará a buscar ser mejores personas, capaces de lograr un balance que nos haga “ricos” y “saludables”, espiritualmente hablando, y hábiles para compartir todo lo bueno con los demás. Y es que, existe un Ser Supremo que está presente en nosotros; que nos brinda su apoyo en todos los momentos y aspectos de nuestras vidas, sólo hay que reconocerlo y honrarlo.
En este sentido, la balanza se inclina hacia la religión o doctrina con la que estemos realmente identificados. Lo importante es recordar que, el ser humano, dentro de sus limitaciones no tiene respuestas ilimitadas, si no relativas… en todo lo que concierne a las inquietudes de su vida y de su interior. Por lo tanto, sin importar el momento de la vida en el que te encuentres, necesitarás mantener una disciplina religiosa que nutra tu vida espiritual.
Hay personas que han estado desde niños muy bien orientadas en ese aspecto. Sin embargo, hay un sinnúmero de individuos desorientados en esa búsqueda, que necesitan ayuda. Y, es que la educación laica, cuando no se refuerzan las necesidades espirituales ni religiosas, puede promover el vacío existencial. El hombre necesita, en todo momento, satisfacer esas demandas que están ligadas a la moral y al desarrollo de su sensibilidad y que no están desligadas de su intelecto. Esa necesidad se satisface de forma hábil mediante la asociación entre personas que conforman las iglesias, o sea congregándose. Estas ayudan a promover el conocimiento y el desarrollo de los valores, así como las prácticas para ayudar a los más necesitados. Lo anterior es tan real, que difícilmente encontramos individuos que de forma independiente logren ayudar a otros como pueden hacerlo a través de la organizaciones dentro de las diferentes iglesias.
Considera las alternativas existentes, lee, medita y recupera el tiempo perdido. Aun cuando eres libre de reconocer lo que satisfaga a la parte más íntima de tu ser, deberás establecer una disciplina religiosa y disponer de un tiempo diario para conversar con el Ser Supremo y desarrollar tu fe religiosa, mediante la que puedes obtener paz, armonía y una respuesta espiritual que pueda complementar los otros aspectos integrales de tu vida. Lograrlo te convertirá en un ser más feliz, lleno de esperanza y hábil para comprender mejor a tus semejantes.
Esta invitación la hacemos en momentos en que muchos sienten desesperanza y amargura, porque viven alejados de Dios. Con respeto les decimos que sólo tienen que ver la diferencia entre un enfermo que tiene Fe y uno que no la tiene, donde a pesar del dolor puede haber paz y hasta consuelo para quienes le rodean y presienten su pérdida. La Fe y la Religiosidad no nos evitarán problemas, pero nos ayudarán a manejar nuestras vidas de forma que podamos mantenernos esperanzados y solidarios y a lograr el balance para todas las necesidades.