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La Pérdida de un Ser Querido

Por: Ivelisse Agostini
editorial@placerespr.com

Ayer, 30 de noviembre de 2019, nuestra vida fue literalmente “jamaqueada” ante la pérdida de nuestra amiga y colaboradora, la querida Sara Arrroyo, QEPD.

Liza Raevis, Sara Arroyo, QEPD y nuestra editora Ivelisse Agostini, durante la celebración de los 100 Años del Condado Vanderbilt Hotel. Foto: placerespr.com

Sarita, fue una de las personas que más nos ayudó a crear los cimientos de lo que hoy es nuestra revista placerespr.com. Además, por varios años, Sara contribuyó con reportajes sobre turismo interno y nos brindó su apoyo en muchos otros sentidos, sobre todo, morales. Humilde en esencia, me decía, “Ive, que lo mío no es escribir, yo solo puedo contar la historia…”. Nuestra respuesta era que eso era exactamente lo que el lector quería y, ¡qué bien las contaba! Y, es que su “expertise” era como productora de televisión, algo en lo que se desempeñó como gran profesional en el Canal 6 y más recientemente en ABC Puerto Rico.

Todos los que tuvimos el placer de conocerla disfrutamos la fortuna de compartir con un ser muy dulce, agradable y sencillo, con unos valores que la convertían en un ser especial y una inmejorable amiga. Como profesional, siempre fue entregada y puntual, nunca arrogante, siempre dando la milla extra. Pero, su mayor logro fue su amada hija Ceci, un motor que la animaba a superar obstáculos para lograr alcanzar lo que juntas soñaban. Si es grande nuestro dolor, no puedo imaginar el de los que compartieron con ella mayor intimidad y experiencias de vida…

Ante esta profunda pena, nos consuela haberle expresado en vida nuestro gran cariño y admiración. Ahora bien, superar el dolor es un proceso complejo para el cual hacen falta herramientas que nos dimos a la tarea de recopilar para todo aquel que esté pasando por la pérdida de un ser querido. Nunca es buen momento para el dolor, pero a punto de la Navidad y cuando se trata de una persona tan maravillosa, ni hablar.

Desde que tenemos uso de razón, sabemos que estamos, como dicen algunos “prestados” en esta vida y que en algún momento nos “despediremos” de ella. Esa separación no sólo puede ser difícil para quien lo experimenta, sino también para sus familiares y amigos.

Quienes tenemos Fe, aunque con variedad de creencias en torno a lo que sucede a partir del momento en que fallecemos, de todas formas coincidimos en que somos un espíritu (alma) que puede aspirar a la eternidad, y que reside dentro de un cuerpo. Lo anterior va a depender de nuestras buenas obras y de cuánto amor hayamos experimentado y ofrecido a nuestro prójimo. Agraciadamente, muchas personas se rigen por principios semejantes aún sin tener las mismas creencias, de tal forma que ante la pérdida, también tienen esperanza.  Y, es que, basta con estar cerca del cuerpo de un ser querido luego de que fallezca, para confirmar que la energía que allí habitó, lo ha abandonado para tomar otros rumbos.

El proceso de duelo ante la pérdida de un ser querido pasa por varias etapas: la negación, la ira o coraje, la negociación con el tiempo; la depresión y la aceptación.  Todas se relacionan con emociones fuertes atadas al miedo, que son posibles de controlar.

Perder a quien se ama es un golpe demasiado fuerte que dura y deja cicatrices, pero igual que sucede con éstas, el tiempo las va haciendo menos notables a través de herramientas sanadoras como las que describimos a continuación.

  • Aunque creas que el tiempo todo lo sana, debes estar consciente que tus decisiones y actitudes harán la diferencia para mejorar cómo te sientes y superar cada etapa con mayor rapidez y mejores resultados.
  • Deja que la tristeza salga y habla sobre ello.
  • Serán normales momentos en que te invada el coraje, y traten de superarte el llanto, el desgano y el cansancio, por eso evita quedarte solo y sin hacer nada.
  • Mantén constante comunicación con personas que saben por lo que estás pasando que tengan la habilidad de “motivarte” a salir, a distraerte, a trabajar o hacer proyectos creativos cuyos frutos te recompensen.
  • Reza si eres religioso y si no, practica alguna disciplina que te ayude a relajarte y a encontrar paz.
  • Haz ejercicio.
  • Visita lugares nuevos que sean agradables.
  • Súrtete de buenas películas, libros o juegos que produzcan pensamientos, actitudes y energía positiva.
  • Reconoce síntomas anormales de tu cuerpo y trátalos con el médico correspondiente o con un psicólogo que pueda ayudarte con la terapia adecuada. La poderosa mente, cuando trabaja en negativo, afecta los hábitos de alimentación y de sueño, entre otros.
  • Aléjate de los vicios y de los excesos, particularmente del alcohol que puede deprimirte.
  • No te precipites cuando tengas que tomar decisiones que surgen ante la ausencia de un familiar. Consulta a expertos y busca más de una alternativa antes de escoger un cambio.

Al final, cada día trae algo nuevo en qué pensar y nuevas decisiones que tomar. Esto significa que los procesos de sanación pueden tardar más o menos tiempo, pero si descubres que no puedes trabajar solo con la pena o que es muy difícil hacerlo cuando otros también dependen de ti, debes buscar ayuda profesional. Los expertos pueden ayudarte a sentirte mejor y a organizar y armonizar tus prioridades, con las de los demás. Mientras, recuerda que “cada día tiene su propio afán”, a veces con agradables sorpresas, y por eso, debes vivir un solo día a la vez.

Si tienes Fe, como dice San Agustín en su reflexión, La Muerte no es el Final, debes tener la esperanza de que el día que seas llamado, podrás volverte a encontrar con tu ser amado.

(San Agustín de Hipona)

La muerte no es nada, sólo he pasado a la habitación de al lado.
Yo soy yo, vosotros sois vosotros.
Lo que somos unos para los otros seguimos siéndolo
Dadme el nombre que siempre me habéis dado. Hablad de mí como siempre lo habéis hecho.
No uséis un tono diferente. No toméis un aire solemne y triste.
Seguid riendo de lo que nos hacía reír juntos. Rezad, sonreíd, pensad en mí.
Que mi nombre sea pronunciado como siempre lo ha sido, sin énfasis de ninguna clase, sin señal de sombra.
La vida es lo que siempre ha sido. El hilo no se ha cortado.
¿Por qué estaría yo fuera de vuestra mente? ¿Simplemente porque estoy fuera de vuestra vista?
Os espero; No estoy lejos, sólo al otro lado del camino.
¿Veis? Todo está bien.

No lloréis si me amabais. ¡Si conocierais el don de Dios y lo que es el Cielo! ¡Si pudierais oír el cántico de los Ángeles y verme en medio de ellos ¡Si pudierais ver con vuestros ojos los horizontes, los campos eternos y los nuevos senderos que atravieso! ¡Si por un instante pudierais contemplar como yo la belleza ante la cual todas las bellezas palidecen!

Creedme: Cuando la muerte venga a romper vuestras ligaduras como ha roto las que a mí me encadenaban y, cuando un día que Dios ha fijado y conoce, vuestra alma venga a este Cielo en el que os ha precedido la mía, ese día volveréis a ver a aquel que os amaba y que siempre os ama, y encontraréis su corazón con todas sus ternuras purificadas.

Volveréis a verme, pero transfigurado y feliz, no ya esperando la muerte, sino avanzando con vosotros por los senderos nuevos de la Luz y de la Vida, bebiendo con embriaguez a los pies de Dios un néctar del cual nadie se saciará jamás.

AMÉN

¡Vuela alto querida Sara!


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