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Parte II: Experiencia Misionera de una Religiosa

Por: I.M.A. Torres
editorial@placerespr.com

Este es el segundo, de dos reportajes, que describen la experiencia misionera relatada por una hermana religiosa. Nos mueve el genuino interés de que cada uno de nuestros lectores entienda que el mayor “placer” que puede haber en la vida, llega de la satisfacción de los buenos frutos que resultan de una buena obra. 

Parte 2

Actualmente, Sor Mercedes trabaja sirviendo en un barrio haitiano, formado posterior al terremoto, donde es parte de un movimiento de educación popular, que pretende dar educación integral de calidad. Atiende a cientos de niños, entre 3 y 17 años, con poco más de una decena de maestros a quienes dan formación que acompañe esa educación.  “El barrio poco a poco ha ido progresando. Cuando llegamos vivían en carpas. Ahora, con mucho esfuerzo hay muchas casas de bloques.  No hay agua pues es una zona desierta, sin árboles, ni sombra, ni calles asfaltadas y mucha hambre… nosotros damos de comer a los niños y niñas”.

En cuanto a los mayores retos que viven en su misión nos dice que “es poder crear una familia, más que una escuela, donde se vivan los valores de libertad, igualdad y fraternidad.  Donde haya una educación basada en el amor, liberadora, de calidad y donde Cristo sea motivación para seguir adelante y crear, por lo menos en los hogares donde llegamos, una forma de vida diferente y en el futuro unos ciudadanos que ayuden a Haití, con honestidad y de forma desinteresada”.

En más de una ocasión he percibido situaciones milagrosas en su relato, y en cuanto a preguntas de cómo se sostienen, me contesta que: “Por Providencia Divina… Dios nos ha mandado las ayudas, sin pedirlas; porque cada persona que visita este lugar se enamora”.  Pero nos especifica que diferentes organizaciones católicas de Puerto Rico les envían ayuda mediante donaciones y oraciones. Los alimentos los reciben de un país europeo y, de otro en la misma región, reciben fondos para un proyecto especial destinado a prevenir el abuso y maltrato de las niñas y a crear equidad y respeto para ellas. De igual forma, reciben voluntarios de diferentes lugares de Latinoamérica que contribuyen en trabajos de infraestructura. De estos mismos lugares, provienen voluntarios de diferentes entidades enfocados en la formación para los niños, incluyendo valores y hasta deportes.

Sor Mercedes nos cuenta que hace falta más ayuda para poder pagar mejor y a tiempo a los maestros que apenas pueden vivir la mitad del mes y con todo tipo de carencias. Tristemente puede identificar cuando uno de estos maestros lleva días sin comer por el “dolor de estómago” y que ha visto situaciones en que ha tenido que llevar a alguno a un hospital público donde le hacen algún tipo de cirugía “a sangre fría” porque no hay anestesia.

El detalle del entorno familiar de los niños habla de muchas mujeres solas o de parejas donde, en la mayoría de los casos, es la mujer la que trabaja. Donde los niños pasan demasiado tiempo solos. Donde hay un ambiente agresivo que hasta en los maestros ha habido que corregir para que no den castigos físicos a los niños. Un ambiente donde las creencias religiosas provocan que la gente viva con miedo a todo y a todos porque dan extraordinario valor al “mal” y donde desafortunadamente algunos aprovechan la “religión” para ocupar a las familias con cosas que les apartan de su desarrollo.  Y es que aun siendo religiosa, Sor Mercedes, entiende que “el Reino es hacer justicia al oprimido, liberar a los pobres y anunciar la buena noticia del amor de Dios, no esclavizarlos”.

Aunque sabe que con la educación se dan situaciones desafortunadas, nos cuenta como en sus escuelitas han logrado trabajar más de cerca con los padres y lo agradecen, “tienen tanta necesidad de cariño como los niños; de ayuda, de ser escuchados”.  En cuanto a la salud,  condiciones como la anemia crónica, la malaria y el tifus afectan a toda la comunidad porque no pueden pagar el hospital y si los llevan, no hay medicamentos. “La escuelita siempre tiene para la fiebre, que es lo que más padecen los niños y niñas”.

Sobre recreación nos dice que los varones usan una botella de refresco vacía para jugar fútbol, pero las niñas no tienen con qué jugar y que ahora también juegan al futbol. Cuenta que salir de paseo o ir a una playa no ocurre y que por eso se han impuesto como meta lograr llevarlos a más lugares para que conozcan algo más que su casa y la escuela.

Sor Mercedes nos cuenta que su vida como misionera fue aceptada y apoyada por sus familiares que siempre fueron generosos y activos en la iglesia y que, cuando ha estado en Puerto Rico, sus más cercanos ayudaban en los lugares donde estaba asignada. Sin embargo, me aclara que “Mi familia se extendió…tengo muchos hijos e hijas espirituales con los que me mantengo en contacto, por todos los países donde he estado”.

Sor Mercedes ha coincidido con jóvenes misioneros puertorriqueños en algunos de los países que ha vivido, donde llegan como voluntarios a pasar el verano. De igual forma, alienta a que los interesados busquen la formación que ofrece la iglesia para matrimonios o solteros que desean cooperar, entre los cuales ha conocido profesionales que le han dedicado hasta tres años a alguna misión. En todo caso, su consejo para quienes tengan inquietudes religiosas o misioneras es: “Cualquiera que sea el llamado, tiene muchas alternativas…pero tiene que ser misionero, tiene que ir con la motivación de Jesucristo, la de amar, porque de lo contrario no podrá… Puede ser misionero en tantas buenas obras, en el mismo país o puede alistarse con una Congregación o con las Obras Misionales Pontificias para ir a evangelizar a otros pueblos”.

Haber conocido a Sor Mercedes siendo una niña me provoca a preguntarle, aunque conozca la contestación, si es feliz con el trabajo que realiza y creo necesario volver a citarla “La pasión que Dios ha puesto en mí es mi alegría, mi gozo… Entonces, es mi felicidad. Tengo un lema que aprendí del gran misionero San Francisco Javier: “Antes de hablar de Dios a la gente, ámala y luego podrás ganarlos para Cristo”, que complemento con uno que creamos en la escuelita combinando frases, para vivirlo todos: Haciendo todo con cariño, amor y caridad, como Jesús, siempre se puede un poco más. Eso es lo que me hace feliz…”

Demás está decirles, cuánto puede calar en mí su contestación. Porque es mucho lo que tenemos y nos seguimos quejando… porque es tanto lo que podemos y tan poco lo que ayudamos.

Y termino preguntando, cuál entiende será su legado…“Dejar en las personas con quienes he compartido la vida en diferentes países, un granito del amor que Dios les tiene y que debemos tenerle a los demás, sólo así podemos construir una sociedad más justa y digna.  Es lo que Dios quiere, si los cristianos viviéramos lo que Jesucristo nos enseñó, que al fin y al cabo son normas de convivencia, seríamos felices”.

Sin palabras… Gracias Sor Mercedes, que Dios siga derramando gracias y bendiciones sobre usted y su obra.

 

 

 

 

 

 


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