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...con estilo

Reconciliación: Luego del Divorcio

Por: Ivelisse Agostini
iagostini@placerespr.com

Luego de contarles sobre la feliz reconciliación de una pareja de novios (https://placerespr.com/reconciliacion-los-novios/), traemos una sorprendente y maravillosa historia de amor: la de Ricky y Steph, nombres que ellos mismos sugirieron para proteger su identidad.

Nadie que los haya conocido en esta segunda etapa de su relación puede imaginar lo que pasaron para lograr la felicidad que hoy disfrutan, una que saben deben continuar trabajando de día en día. Y, es que esta pareja, guapa y todavía joven, se nota que son cómplices, felices y que disfrutan gustos, intereses y su mutua compañía.

Yo me entero de su historia, porque, entre vino y tapa, le comento a ella, a quien conozco hace pocos años, que estoy buscando para un reportaje una pareja que se hubiese vuelto a casar, luego de divorciados y que fueran felices. “Ive, ¿Tú eres bruja?”, me contestó Steph, y por supuesto le dije que no, pero le pregunté porque me lo decía, a lo que me contestó que ella y su esposo habían vivido la experiencia. Y aquí la historia…

El Principio: Se conocieron Trabajando Juntos

El recuadro ilustra la frase que Steph describe como su “mantra”: El Verdadero Amor Puede Durar Por Siempre. Foto: CCO Creative Commons – Composición, placerespr.com

Steph y Ricky eran ejecutivos de una empresa americana, ella es puertorriqueña y él, aunque de origen suramericano, había vivido muchos años en los Estados Unidos, por lo que el inglés es su primer idioma. Ambos ya habían estado casados y cada uno tenía un fruto de su anterior relación. De aquellos tiempos Steph me cuenta: “Nos conocíamos de vista, porque trabajábamos en dos divisiones diferentes. Recuerdo que antes de que nos presentaran en propiedad, ya yo le había comentado a una amiga, que entre los solteros de la empresa, él era el más guapo”. Por su parte, Ricky me comentó que ella era “Una mujer preciosa, con una melena negra y un cuerpazo…” Finalmente, son presentados en una fiesta del trabajo y enseguida descubren que se llevan muy bien. Al cabo de cuatro años juntos, decidieron casarse: “En aquel momento éramos jóvenes y de alguna manera respondimos a la presión de la familia, haciendo un gran evento de la boda, pero realmente lo pasábamos muy bien juntos y creíamos conocernos muy bien”, me dice Steph. Para entonces, Ricky había establecido un nuevo negocio y Steph era ama de casa a tiempo completo, esmerándose en lo que siempre han disfrutado juntos, la gastronomía. Steph me dice que ella siempre admiraba en Ricky su inteligencia, su seguridad y que es un ser genuino. Sin embargo, Steph comenzó a sentirse muy sola porque, según ella describe, “sus prioridades cambiaron y estaba totalmente enfocado en el negocio”. Finalmente, a pesar de que buscaron ayuda profesional en el momento, luego de cuatro años de matrimonio, terminan divorciados, aunque ambos coincidieron en decirme que “todavía se querían”.

La Separación: Siete años de Aprendizaje

Aunque no lo aclaré en la entrevista, pienso que fue Steph quien pidió la separación y de hecho, ella me dijo que después cortó toda comunicación con él. Pasados solo meses, Ricky comenzó una nueva relación con una mujer “Al principio estaba herido porque sentía que me habían dejado y me dejé envolver porque tampoco la veía, pero ya al año comencé a extrañar a Steph y todos los buenos momentos que compartíamos”. Curiosamente Ricky comenta que la entonces pareja era la que le daba una idea de cómo estaba Steph porque hacía todo por copiar su imagen. Le pregunté si él se mantenía informado de lo que pasaba en la vida de ella y me dijo que por las amistades comunes sabía que, aunque ella salía con otras parejas, no estaba enamorada de nadie.

Mientras, Steph narra que: “Al quedarme sola, continué buscando ayuda profesional y me dediqué a organizar mi vida, decidiendo emprender un nuevo negocio. Eso me ayudó a concentrar mis energías y mi tiempo en algo importante, a conocer y relacionarme con muchas más personas, a sentirme productiva y a obtener seguridad en mi misma”. Cuando le pregunté sobre su vida amorosa, Steph me contestó que salió con otras parejas, pero que ninguna relación progresó porque “no podía evitar compararlo con Ricky”. De hecho, haciendo memoria, Ricky me cuenta que conviviendo con su otra pareja, a veces viajaba y lo que hacía era pensar cómo podría haberlo pasado si hubiera estado con Steph:  “Me pasaba todo el tiempo y agarraba el teléfono y la llamaba, pero no me atrevía a hablarle y enganchaba”, nos confesó.

El Reencuentro: Condiciones

Al cabo de seis años, aunque no se sentía feliz, Ricky seguía con la misma pareja, pero cada día extrañaba más a Steph. Un buen día, por cierto, recuerda que era Sábado de Gloria, ella estaba saliendo de un salón de belleza, lo vio entrar a un Starbucks y decidió saludarlo, por lo cual él, sorprendido, la invitó a que le acompañase. “Me hizo muchas preguntas, algunas muy conmovedoras cómo si realmente él había sido tan mal esposo, si yo no lo extrañaba; me contó cómo se sentía y me preguntó si yo no tenía problema en aceptar almorzar con él”. La invitación no tardó y ella aceptó, pero a pesar de que para ambos era evidente que existía la añoranza, él tenía que dilucidar lo que iba a hacer con su pareja, con la que todavía no rompía, antes de emprender cualquier movimiento para resolver los problemas que les habían separado. “La verdad es que después de reencontrarnos, más comparaba y me daba cuenta de todo lo que la extrañaba. Además, ella estaba transformada en una mujer llena de dinamismo, feliz y siempre guapísima. Así, que me vi enviando textos desde otros números, sin identificarme, pero donde recordaba momentos compartidos que deseaba repetir”, cuenta un Ricky que evidentemente estaba a punto de cambiar su historia. Steph dice que aunque se imaginaba que era él, no contestaba los textos, por lo que Ricky al cabo de un tiempo, ya desesperado, decidió llamarla y decírselo personalmente.

“Su insistencia y su anhelo provocaron que decidiéramos darnos una oportunidad, pero le dije que sólo bajo ciertas condiciones: que estuviera absolutamente libre (lo cual le costó bastante trabajo porque según él ya había intentado separarse, pero la pareja era una mujer temible con una personalidad muy dominante que siempre buscaba la forma de retenerlo, a cualquier precio); que aceptara ayuda profesional y por último, que nadie podía enterarse, ni familia, ni amigos… nadie”, narra Steph.

Reconciliación: Juntos y mejor que nunca antes

¡De los textos a la segunda boda, pasaron tan solo meses! Comenzaron un nuevo periodo de convivencia en el que volvieron a compartir los momentos de intimidad y los gustos mutuos que tanto añoraban, mientras descubrían los cambios individuales que habían experimentado durante la separación. Rápidamente descubrieron que se sentían mucho más felices y es Ricky el que abunda: “Estuve un año con “coaching” terapéutico, para aprender a comunicarme mejor y a manejar mejor las situaciones que se nos presentan como pareja, pero encantado porque estaba feliz de tener en ella la mujer con quien quiero estar. Con Steph, es tan sencillo como que hablamos el mismo idioma, tanto en lo que a comunicación se refiere, como al lenguaje. Además, estoy con una mujer más feliz, que se siente exitosa, que siempre tiene planes, pero el tiempo que compartimos es nuestro, sobre todo porque nuestros respectivos hijos ya están afuera estudiando y tenemos todo el tiempo para nosotros”. Por su parte, Steph confiesa que es una etapa diferente en la que son realmente felices: “Hasta la boda… esta vez fue nuestra, como la queríamos, sin presiones ni compromisos. Llevamos casi cuatro años casados y llego a casa deseosa de dejar todo atrás para compartir con él. Nos metemos en la cocina como en los viejos tiempos; disfrutamos estando juntos; escogemos lo que queremos hacer y hacemos planes para viajar. Aprendimos a comunicarnos mejor, a disfrutar de la vida y a valorarnos más”, cuenta Steph. “Ahora lo siento más comunicativo, más receptivo, más “ñoño”, añade. Ricky dice que son personalidades diferentes que han aprendido a acoplarse “Yo soy el ancla, ella la que mueve todo con su energía; la changa; la tierna, una mujer que respeto aún más”.

Al final, convencida de que aunque siempre hay que trabajar cada relación, ellos se ven tan bien que no tuve más remedio que preguntar si la separación fue o no un tiempo perdido, a lo que ambos contestaron que no, que fue un proceso necesario para cada uno conocerse a sí mismo y madurar. Hoy coinciden en que su reconciliación fue por las razones correctas y que los pasos que han dado han sido necesarios para poder estar felices. 

Y yo le digo a estos queridos amigos: les admiro, les felicito y les bendigo. Soy firme creyente de que hay que vivir un día a la vez, dejando lo pasado atrás, haciendo lo mejor que se puede con el presente, para poder aspirar a un mejor mañana. Que si se aprende a buscar el momento adecuado para dialogar, mejor que enfrascarnos en una discusión, se logra lo mejor que hay en el mundo, el respeto y la comunicación. Recuerden que darse juntos un gustito hoy y otro mañana, les hace regalar sonrisas, éstas mantienen el “corazón contento”  y un corazón contento sabe dar y recibir amor.

Ricky y Steph, nuevamente gracias por su confianza y por permitirnos regalar a nuestros lectores su historia de amor, una que demuestra que, a veces, al aprovechar una segunda oportunidad, se puede lograr la felicidad.


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